sábado, 9 de octubre de 2010

Shostakovich: La música y el totalitarismo

Por: Joan Melomano
Sinfonía nº 10 en  Mi menor Op 93

Dmitri Dmítrievich Shostakóvich (1906-1975) fue un compositor ruso que vivió durante el período soviético, y uno de los más reconocidos compositores del siglo XX, que se caracteriza por la enorme cantidad de acontecimientos históricos llenos de  violencia; la brutal dictadura de Stalin en la Unión Soviética y la  Alemania nazi, que son quizás, las dos formas más opresivas del poder en la historia. El arte (con ello la música) no pudo escapar a las imposiciones estéticas de Stalin. Los compositores soviéticos de este periodo conocieron muy bien esto; la doctrina Zhdanov aplicada a partir de 1946 forjó una serie de imposiciones cada vez más rígidas; Shostakovich en esa época  vio sometida su obra a críticas muy agresivas por parte del régimen (a Prokofiev y Jachaturián no les fue mejor) el escándalo que desencadenó su segunda ópera: Lady Macbeth en 1936 (que fue calificada por el diario Pravda: Caos en lugar de música) lo puso en la mira de las autoridades, quizás solo sus sinfonías 5 y 7 lograron apaciguar el momento, pero los ataques a su obra se reanudaron a partir del estreno de su octava sinfonía en do menor, que fue calificada de “cerebralista, abstracta y ajena al realismo socialista”, comenzó así para el autor un periodo de ostracismo que duró hasta la muerte del dictador en 1953.
Precisamente en ese periodo, Shostakovich compuso prácticamente a escondidas, su monumental sinfonía número 10 en Mi menor Op 93, cuya partitura estaba esbozada desde 1949 y la cual permanecía guardada en el cajón de su escritorio, la obra pudo ser estrenada el 17 de diciembre de 1953 con la Orquesta Filarmónica de Leningrado bajo la dirección de Yevgeny Mravinsky. La sinfonía nº 10 es una de las obras mejor logradas de Shostakovich, en la cual el autor demuestra un gran dominio en la orquestación, así como de su lenguaje sinfónico firmemente consolidado, su música se apega cada vez más a su mundo interior; esta obra ha sido calificada numerosas veces de sombría, particularmente por la expresión de la violencia y el horror que contiene, marca el fin de una era caracterizada por la crueldad y los asesinatos masivos (no hay que olvidar que es el comienzo de la era del “deshielo” y los inicios de la guerra fría).
La sinfonía nº 10 mantiene un lenguaje bastante ambiguo, específicamente con el quinto movimiento en donde Shostakovich logra una catarsis mágica y extraña; esta obra no tiene un carácter autobiográfico como se ha pretendido, en todo caso, esta sinfonía contiene algunos elementos muy singulares, como por ejemplo el segundo movimiento que es sumamente desesperado y nervioso que exige un enorme virtuosismo orquestal y las cuatro notas que conforman un tema del tercer movimiento: Re-Mi bemol-Do-Si, que en el sistema de anotación alemán da lo siguiente: DSCH, que son las iniciales de su nombre (este sistema de notación cifrada ya había sido usada por J.S. Bach doscientos años antes, también fue usada por Alban Berg), el autor también intercala este tema con otro que se le conoce con el nombre del tema de Elmira: Mi-La-Mi-Re-La, el cual irrumpe como un solo de corno casi a la mitad del movimiento y se repite hasta doce veces, este tema esta dedicado a Elmira Nazirova, una joven pianista que fue alumna y amiga de Shostakovich (la relación de ambos es un misterio).


La tonalidad de este tema es ambigua, lo que le da un aire de incertidumbre y soledad.
Shostakovich compuso en total 15 sinfonias y 6 conciertos, música de cámara, 2 óperas y bastante música de cine, sin embargo, la sinfonía No. 10 tiene ese especial reflejo con el totalitarismo.

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